martes, 1 de marzo de 2016

Quiero estar triste

Hace ya casi tres meses que mi psicóloga me diagnosticó depresión. Capaz que desde un poquito antes yo ya sabía lo que tenía, aunque lo llamaba erróneamente "estoy triste y no sé por qué". Digo erróneamente no por no decirle el nombre técnico, sino porque la depresión influye en un montón de cosas más allá de la tristeza.
Debo decir que me lo tomé mejor de lo que se lo podría tomar la mayoría de la gente, incluyéndome a mí misma en otros momentos de mi vida. Sin embargo, una de las primeras cosas que hice fue no contarle esto a nadie más que a las personas estrictamente necesarias —mi pareja y mis padres—, hasta hoy. Probablemente, porque el mundo no nos quiere tristes. Si estás triste, sos un fracasado.
Unos días después de ese diagnóstico que, en cierta forma, me tranquilizó, vi Intensamente —Inside Out es el nombre original—, y no solo me gustó, sino que me pareció maravillosa. Me parece que todos deberíamos ver esa película que en principio parece para niños para entender un poco más la tristeza. Porque sí, a veces parece una mierda estar triste, y ciertamente lo es; pero la tristeza tiene sus puntos positivos.
No les voy a spoilear la película, porque no es mi intención y prefiero que la vean, pero por ahí van los tiros: estar triste es necesario. De todas las emociones que podamos llegar a tener, esa es la que más nos anulan. Desde chiquitos nos dicen que no lloremos, que podemos con todo, que si estamos tristes nadie nos va a querer, y un sinfín de cosas más. Creo que la mayoría terminamos canalizando la tristeza mediante otra emoción, que es la ira. Por eso nos va tan mal como sociedad.
Estar triste es útil, y se los digo en serio. Si bien la depresión implica otro millón de cosas que me gustaría no estar padeciendo —muchas ganas de dormir; pocas ganas de hacer cosas que antes me gustaban, como escribir; pocas ganas de relacionarme con el mundo exterior, cambios de humor, ansiedad—, podría decir que, en cierto punto, la agradezco. Siempre me costó bastante expresarme, y viví un montón de cosas que guardé en un cajón que, andá a saber porqué, un día se abrió. En ese momento, afloraron un montón de recuerdos —y sí, muchos son malos pero también me di cuenta de un montón de cosas buenas que había pasado por alto— que poco a poco voy superando, perdonando y cerrando, dejándolos como algo del pasado, finalmente. Todo esto era inevitable: un paso que tarde o temprano iba a llegar y que iba a generar las mismas o peores consecuencias que las que estoy viviendo en la actualidad. Pero no solo inevitable: era necesario para sanarme.
Llorar —y especialmente si es junto a alguien que te sostiene, ya sea un profesional o una persona que te ama— es un acto sanador cuasi mágico. Sentís que la maraña negra del pecho se desintegra, que tu cabeza se aclara y que tu cuerpo pierde toda la tensión acumulada. Obvio que no da para salir a la calle después con los ojos así de hinchados y la nariz con los mocos colgando, pero la sensación está buena, la recomiendo. Especialmente, si ese llanto te permite conectarte con lo que fuiste, con lo que viviste, con lo que sos y te pasa hoy, y con lo que querés ser. Sin duda alguna, este tiempo de depresión me ha ayudado a conocerme, a entenderme y a tener muchísimo más claro lo que quiero para mi vida. De una manera un poco dura, tal vez, pero lamentablemente no soy tan sabia como para haber aprendido todo sin tener que darme la cabeza contra la pared.
Obviamente, no les estoy recomendando que tengan depresión. No está bueno. Es una enfermedad que debe ser tratada —con psicólogo, y en algunos casos también con psiquiatra—, no un juego de niños. No digan nunca que tienen depresión si verdaderamente no la tienen. Digan que están tristes: no tiene nada de malo. Tal vez, aprendiendo a sacar el estigma a la tristeza, podamos no llegar al punto de la depresión, ¿no les parece?
Siéntanse libres de estar tristes. De llorar. De pedir ayuda. De decir "no puedo". Aunque no lo crean, no están solos. A todos nos pasa, y por ende, todos vamos a dar ayuda y recibirla. Y si de verdad sienten que esto fue un paso más allá, vayan a un profesional. Necesitamos un mundo en que las personas se den permiso para estar tristes y para fallar. Creo que es un paso importante para poder hacer un mundo menos robotizado, y más humano.

4 comentarios:

  1. Gracias, me hizo realmente bien leerte. Abrazo de oso.

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  2. Aplausos, Lu. Reconocer lo que nos pasa es vital. Tan real el relato como lo que uno vive. abrazote.

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  3. Lloré al leerte..porque estoy viviendo algo similar. Mucho tiempo sabiendo q había algo roto en mi, hasta q decidí enfrentarlo y darme a mí misma algo mejor. Hoy estoy "del otro lado", los medicamentos recetados se van reduciendo, hasta desaparecer..pero lo mejor, es ver lo que queda de esa crisis: un borrón y la cuenta q yo quiera. Ahora elijo. Ahora no me dejo llevar por todo y todos. Ahora la nube q me cubría ya me deja ver el sol. Puedo mirar YA mismo para atrás y ver cómo lo superé. Puedo ya mismo ver el sacudón q me pegó la vida. Pero también puedo ver un futuro más brillante, y repleto de posibilidades.
    Lindo leerte. Saber q no estamos solos, q adentro nuestro hay una llamita. Que no somos raros, depresivos, súper sencibles. Solo somos una persona en busca de su verdadera felicidad.
    Un abrazo apretado para ti. Donde quiera que te encuentres en este mundo.

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