viernes, 26 de junio de 2015

Drogas

Estaba arrodillada frente al water y a los lejos escuchaba tu voz. Quería levantarme y verte, pero lo único que conseguía con cada movimiento era vomitar un poco más de mi estómago hecho trizas.
Me dormía abrazada a la loza, pero alguna risa fuerte me despertaba. Desde la puerta veía la luz de colores cambiantes y quería acercarme a ella, pero la botella casi completa de vodka que corría por mi sangre no me lo permitía. 
Esa noche me iba a quedar en casa: era la primera vez que salías en la televisión y te hacía mucha ilusión que te viera. Me lo habías pedido expresamente, pero un mensaje tardío con una invitación me hizo dudar de los planes. "Vuelvo temprano y veo gran parte del programa" me dije a mí misma.  Y lo cumplí. En parte. 
Había bebido en dos horas lo que normalmente bebía en seis o siete. Una botella de vodka no era mucho para mí, pero las prisas me habían jugado una mala pasada. Le había dado, además, un par de caladas a un porro. Tal vez más. 
No recuerdo cómo llegué a casa, pero sí la alegría que tenías el día después al preguntarme qué me había parecido. Y la vergüenza que sentía cuando me cuestionabas por las diferentes entrevistas y yo no sabía cómo decirte que no había visto nada, que había amanecido tirada en el suelo del baño y con resaca.
Había querido escapar. Tenía una buena excusa para hacerlo: no quería fallarte en un día tan importante, y lo hice. Me ganó la invitación de la botella, del hielo en el vaso, del alcohol que quema la garganta y los problemas. Todo eso le ganó al amor hasta que fue muy tarde, y te imaginé frente a los focos y yo no estaba ahí, del otro lado, mirándote. Corrí, pero ya era demasiado tarde porque ya estaba borracha y no pude remediarlo: tan sólo una imagen fugaz antes de salir hacia el baño para no volver. Toda la noche, tu imagen y tu voz inundaron el comedor de mi casa, pero yo no te pude ver. El alcohol era un velo que me alejaba de todo y de todos, en el frío de las cerámicas del suelo de un baño, y en el calor del sol que me quemaba en esa plaza donde me preguntaste con orgullo si te había visto.
"Te vi un buen rato, pero después me dormí".

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