jueves, 1 de octubre de 2015

El problema de vivir con un hombre que no es machista

Vivir con un hombre que no es machista no es fácil. Más bien, me viene complicando la existencia.
Tal vez usted, mujer que tiene que hacer todas las tareas del hogar, no entienda mi postura, pero eso sucede porque no la ha vivido.
El problema de vivir con un hombre que no es machista radica, esencialmente, en que me doy cuenta de que yo sí lo soy. Pese a que aún recuerdo las palabras de mi madre cuando era niña cuando, por circunstancias de la vida me dijo "vos tenés que ser independiente, tenés que ser profesional y tener trabajo, y no depender de ningún hombre", soy machista.
Sí, tal vez en mi discurso libertario me encuentro con que quiero usar la ropa que quiero, tener los amigos que quiero; y me horroriza pensar que hay mujeres que se dejan golpear por quien, en teoría, debería amarlas y respetarlas más que a nadie. En mi mundo ideal teórico, la igualdad -no porque seamos iguales, sino porque tenemos los mismos derechos- es la piedra angular de una relación amorosa.
Pero todo esto es de la boca para afuera. Sí, soy una mujer profesional, fuerte, independiente. Incluso, gano más que mi actual pareja, algo raro en el mundo que vivimos. Mi relación se basa en el respeto, en la confianza y en la libertad, por sobre todas las cosas. Jamás permití ni permitiré que se me critique una pollera muy corta, pero tampoco la idea de seguir estudiando o trabajando. Sin embargo, me cuesta ceder en el hogar.
En la primera situación, hago una lista de la compra para que él vaya al supermercado. Cuando llego a casa después de un largo día, me doy cuenta de que faltan dos o tres cosas de la lista que precisaba para cocinar. Me enojo, y decido que la próxima vez voy a ir yo al supermercado.
En la segunda situación, él se olvida de destender la ropa, tarea que por acuerdo habíamos decidido que iba a hacer. Llego cuando está lloviendo y la ropa está ahí, mojándose, después de un par de días en la cuerda. Me enojo, y decido que la próxima vez voy a tender yo la ropa.
¿Cuál es el problema? Soy machista. Quiero hacer todo yo. ¿Por qué? Porque yo lo hago mejor, porque yo llevo diez años cocinando, limpiando y haciendo las compras de un hogar, porque eran tareas compartidas con mi madre, quien, por casualidad, también es mujer. Probablemente algo que jamás le exigieron a él por, tal vez, machismo. O costumbre. Pero costumbre machista.
Cuando la sociedad habla de machismo, habla de daño hacia la mujer: la que gana menos, la que es violentada, la que es abusada, la que hace todo. Si yo hiciera todo lo que hay para hacer en esta casa, sin duda terminaría exhausta. Lo ideal es repartir las tareas, pero en un mundo machista en el que el perjudicado también es el hombre, me es más fácil hacerlo yo que dejar que se equivoque, que queme el arroz, que tienda mal la ropa o lave mal el piso una, dos y tres veces, hasta que un día, por práctica -como lo hice yo y todos-, le salga bien.
Soy machista en ese momento en el que, cuando lo veo luchando con la sarten engrasada, pienso que probablemente yo lo haría mejor. Porque ese, inconscientemente, es mi lugar, cuando el suyo es el sillón, la tele y la cerveza.
Por eso, la próxima vez que piense que yo hago algo mejor, voy a callar mi machismo con esa buena cerveza que, por ley natural, yo también merezco. Y así, en la próxima entrada de blog, también les podré contar sobre el alcoholismo.

4 comentarios:

  1. Te quiero dar un abrazo gigante porque voy a vivir con camas mal hechas y a panchos con arroz, por esto mismo.

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  2. El problema no es darse cuenta que probable y seguramente lo haces mejor, sino sentir que el lugar de la mujer esta en la ropa y la cocina.....y en un millón y medio de otras cosas que yo estoy segura no crees ni compartís. Sin embargo y en tu especifico caso , estoy en un 99% segura que padeces una enfermedad hereditaria , que se cura o atenúa con los años y es la impaciencia.......caaaaaalma y arroz quemado(que tampoco mata)

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