crónico, ca.
(Del lat. chronĭcus, y este del gr. χρονικός).
1. adj. Dicho de una enfermedad: larga.
2. adj. Dicho de una dolencia: habitual.
3. adj. Dicho de un vicio: inveterado.
4. adj. Que viene de tiempo atrás.
periódico, ca.
(Del lat. periodĭcus, y este del gr. περιοδικός).
1. adj. Que guarda período determinado.
2. adj. Que se repite con frecuencia a intervalos determinados.
cíclico, ca.
(Del lat. cyclĭcus, y este del gr. κυκλικός).
1. adj. Perteneciente o relativo al ciclo.
5. adj. Med. Se dice de un antiguo método curativo de las enfermedades crónicas.
El médico la catalogó como enfermedad crónica. Autoinmune, aunque no se sabe a ciencia cierta. Es decir: no se puede escapar de ella. No hay tratamiento que valga porque, de una forma u otra, volverá a aparecer ese síntoma que te indique que los esfuerzos fueron en vano, y que una vez más, un bichito le ganó a tu cuerpo, a tu mente, y a tu alma.
Al principio, yo me refería a ella como periódica: entre 21 y 28 días, una punzada en el bajo vientre me anunciaba que todo se volvía a repetir. Por unos días -que podían ser 5 o 7, aunque a veces 12 o 15-, el dolor dominará mi vida, sintiendo que ya nada importa tras la vista nublada por los mareos o el cansancio extenuante de la pérdida constante de sangre. Y luego, todo volverá a la normalidad: poco a poco me iré reponiendo y olvidaré el dolor, como quien hace un duelo.
Pero luego, me di cuenta de que tal vez el término que mejor le encaja es cíclica. "Relativo al ciclo", dice mi amiga la Real Academia, y yo no tengo más que hacerle caso a este ciclo un poco desastrado, en el que el problema no es qué es, sino qué deja.
Eso que comienza como una puntada de dolor en el costado o un estómago inflamado, y termina en la cama sin fuerzas para hacer las cosas más básicas. El problema no es el dolor, sino la insistencia: no importa qué duela ni cuánto lo haga, sino el agotamiento mental que produce saber que, en un momento del mes, el ciclo se va a cerrar. Y que volverás a reponerte.
No es solo el dolor, sino el trajín con médicos, ese que hace que los odies un poquito más ante su incomprensión. Esos que no dan respuestas, ni soluciones, y mucho menos un abrazo reconfortante ante malas noticias. Es la expectación de cada mes, la burocracia del tiempo que pasa, de los tratamientos que no funcionan, de los análisis que siempre dan mal, de un nuevo síntoma que aparece... y vuelta a empezar.
Es la rabia y el enojo al saber que hay algunas cosas que no vas a poder hacer en tu vida. Y entonces, levantas un poco de peso y perdés sangre. O te mareas y te sentís exhausta a la primera de cambios, y no podés aguantar ya ni siquiera una noche de fiesta. Solo pensar en tener hijos te da escalofríos. Y en lo que vendrá después.
El problema no es que duela crónico, sino que se sienta crónico.
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