Todos tenemos prejuicios. El mío no son los negros, ni los judíos, ni las fans de Justin Bieber. Lo mío es la gente idiota.
Cuando digo esto, suelo meterme en problemas. Primero que nada, el hecho de insultar a alguien (la Real Academia Española dice que idiota es alguien tonto, alguien sin instrucción o alguien engreído sin fundamento) no me hace una persona especialmente simpática; en segundo lugar, el darle una nueva acepción a una palabra muchas veces da lugar a confusiones.
Así que, si usted ya se indignó, tiene toda la razón del mundo. Pero no puedo evitar ser transparente y decir que mi prejuicio, simple y llanamente, es la gente idiota. Y el mundo está plagado de ellos...
Alguien idiota es alguien que se enorgullece de jamás haber leído un libro, mas no me parece idiota alguien que no disfruta de la lectura (aunque sí, debo admitir, un poco raro) o alguien que dedica su tiempo a otras actividades. Lo mismo vale para cualquier actividad cultural: soy una persona más que razonable cuando alguien dice que no le gustó una película que a mí me parece una obra maestra, y también (aunque me haya costado más) he llegado a entender a aquellos que dicen que les gusta la cumbia, no como elemento bailable en fiesta nocturna, sino como pieza musical. El problema no es, tampoco, la persona que no puede acceder a la cultura por el motivo que sea (pobreza, distribución, etc.), solo es verdaderamente idiota el que desprecia la cultura.
Alguien idiota es una persona que se siente mejor que las demás (puede que ahí me acerque un poco más a una de las definiciones de la RAE). Ahí está el doctor que le habla mal a la cajera de supermercado porque no tiene un título universitario, el hombre que maltrata a la mujer (y viceversa), los que torturan animales solo por sentir que el humano es mejor que un perrito o una rata, el metalero que cree que los que no escuchan metal no saben nada de música (puede insertarse otra tribu urbana/género musical), los que gritan, los que corren de un lado para el otro sin pensar, los que prefieren los billetes que un abrazo, los enfermos políticos y religiosos... y la lista me sigue quedando corta.
Y por último, pero no menos importante, la gente idiota es aquella que prejuzga. Y no soporto a la gente que prejuzga.
Atentamente, yo: alguien que detesta la ópera y la cumbia, que a veces le habla mal a la gente y no sabe hablar de política sin ofuscarse.
Atentamente, una persona idiota.
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